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martes, 21 de mayo de 2013

Richard Ramírez

 El Merodeador Nocturno, (Night Stalker)



Amo toda esa sangre”.

Ricardo Muñoz Ramírez nació el 29 de febrero de 1960 en El Paso, Texas (Estados Unidos). Fue el más pequeño de los cinco hijos de Mercedes Muñoz y Julián Ramírez, dos inmigrantes mexicanos. Con los años, sería más conocido como Richard Ramírez.

Cuando Ramírez tenía dos años, tuvo una contusión en la cabeza después de que un aparador cayó sobre él; recibió más de treinta puntos de sutura. También sufrió de convulsiones y fue diagnosticado con epilepsia cuando tenía seis años. Para combatir su temor y dada su fascinación por la muerte, comenzó a pasar varias noches a solas en los cementerios. Su padre era estricto y no dudaba en golpear a sus hijos o a su mujer cuando lo consideraba necesario.

Su primo Mike, ex combatiente de Vietnam, significó una influencia negativa para Richard Ramírez cuando este apenas tenía nueve años de edad. Mike era un hombre muy violento, que le contaba a su primo sangrientas historias sobre la guerra, en las cuáles narraba con lujo de detalles cómo violaba, torturaba, mutilaba y asesinaba a mujeres vietnamitas y, para demostrarlo, mostraba fotografías Polaroid que retrataban sus crueldades. Según Mike, tomar la vida de aquellas desdichadas era como ser Dios. También gustaba de golpear a su esposa y le encantaba que Richard presenciara esos ataques. La exposición constante a la violencia lo fue insensibilizando. Mike también lo inició en el consumo de marihuana.

Mike terminó asesinando a su esposa delante de Ramírez: durante una discusión doméstica, tomó su escopeta y le disparó al rostro a su esposa, destrozándole la cara y matándola. Fue a la cárcel, pero salió al poco tiempo alegando que estaba drogado. Libre de la esposa, Mike se dedicó a drogarse junto con el pequeño Richard, a quien también le enseñó a aspirar pegamento.

Primer arresto de Richard Ramírez.
Pronto, los primos salieron a robar juntos para sostener su adicción. Hacían además viajes a pueblos cercanos para matar animales de granja. Richard asistió a clases en la Thomas Jefferson High School en El Paso, Texas, aunque abandonó la escuela antes de completar siquiera un año. Durante este período Richard fue arrestado dos veces por posesión de sustancias ilegales. Mike terminó en prisión nuevamente.

Ramírez estuvo años fumando marihuana, aspirando pegamento y alimentándose de comida chatarra. Debido a su falta de higiene y a la dieta rica en azúcar, sus dientes empezaron a podrirse, lo que causaba que padeciera una terrible halitosis. Luego empezó a usar cocaína diariamente. Tuvo varias detenciones por posesión de drogas y purgó un delito menor por robo de carga. En California fue detenido dos veces por robo de auto.

Ramírez fue siempre un entusiasta de la banda de rock australiana AC/DC. La canción "Night Prowler", del álbum Carretera al Infierno, se convirtió en un himno para él. Dicho tema describe el miedo de una niña que está en su habitación sola, por la noche; y también la historia de un joven que entra furtivamente al cuarto de su novia cuando los padres de ella no están. Esto le sirvió a Ramírez para desarrollar un sobrenombre que se volvería célebre: "El Merodeador Nocturno" ("Night Stalker").

La ola criminal de Ramírez inició el 28 de junio de 1984. Estuvo consumiendo cocaína y salió de su casa completamente drogado. Puso en el auto su canción favorita. Se detuvo afuera de una casa en la calle Glassell Park, quitó una protección y entró por la ventana. Allí vivía Jennie Vincow, de 79 años de edad, quien dormía en su cama. Fue apuñalada en repetidas ocasiones; su garganta fue cortada tan profundamente que casi quedó decapitada. Ramírez también saqueó su departamento y asaltó sexualmente el cadáver de la anciana.

El 17 de marzo de 1985, Richard Ramírez llegó a la casa que María Hernández, una chica de 22 años, compartía con Dayle Okazaki, de 34 años de edad, en Rosemead. Vestía totalmente de negro y llevaba una gorra de baseball. María Hernández fue agredida en la cochera: Ramírez le disparó en el rostro, pero ella puso sus manos ante su rostro por instinto; la bala rebotó con las llaves que llevaba en las manos y la hirió. Cayó al suelo y fingió estar muerta. Ramírez entró en el condominio; cuando él ya no estuvo a la vista, la chica escapó. Ramírez encontró a Dayle Okasaki; al escuchar el disparo, ella se había ocultado detrás de un sillón, pero su curiosidad pudo más: se asomó, Ramírez la vio y le disparó en a frente, matándola.

Dayle Okasaki

Ramírez salió de allí, perdiendo su gorra en el camino, la cual fue hallada por la policía. Subió a su auto y, presa de un frenesí asesino, se puso a buscar más víctimas. Cuando iba conduciendo vio a Tsia-Lian Yu, una mujer que manejaba un auto. La siguió unos kilómetros y después la obligó a detenerse cerca de Monterey Park utilizando su automóvil. Ramírez se acercó a la ventanilla, ella comenzó a gritar y entonces él le disparó dos veces en el pecho. José Dueñas, un vecino, salió a su balcón del segundo piso de un edificio después de haber oído a una mujer gritando por ayuda. Dueñas fue dentro y llamó a la policía, y luego regresó al balcón. Ramírez ya se estaba marchando.

En ese momento pasó por allí otro conductor, Jorge Gallegos, con su novia. Gallegos vio a Ramírez y observó el número de la matrícula del automóvil. Los dos hombres declararían en el juicio tiempo después. La policía encontró a Yu aún con vida. Aguantó hasta que llegó la ambulancia, pero murió poco después. Tras la autopsia, se determinó que las balas usadas en su contra provenían de la misma pistola que se había utilizado en el otro crimen.

La mañana del 27 de marzo, Ramírez llegó a la casa de Vicente Zazzara, un inmigrante italiano de 64 años, jubilado, que poseía una pizzería. Vivía con su esposa Maxine. Ramírez tocó varias veces la campana de la casa; Vicente no quería abrir, pero su esposa insistió en que lo hiciera. Vicente le hizo caso y Ramírez entró. Le dio un empujón y después le disparó en la sien izquierda, matándolo. Se dirigió a la recámara, encontrando a la aterrada Maxine Zazzara, de 44 años. Le disparó en la cabeza, pero ella quedó aún viva. Mientras agonizaba, Richard Ramírez la desnudó, la colocó en la cama y la violó. Luego fue a buscar un cuchillo a la cocina; regresó a la recámara y la apuñaló varias veces en el cuello, el abdomen, las ingles, los pechos, la vagina y la cara. Trató de cortarle un pecho, pero no lo consiguió. Luego le vació las cuencas, sacándole los ojos. Tras esa insoportable agonía, Maxine finalmente murió. Ramírez la dejó desnuda, boca arriba, sobre la cama. Dejó escrito con sangre en una pared su sobrenombre: “Night Stalker” (“El Merodeador Nocturno”). Luego, Ramírez se dedicó a robar el dinero que pudo encontrar.

Vincent y Maxine Zazzara

El 15 de abril, Ramírez volvió a las andadas. Irrumpió en la casa de William y Lillian Doi, de 66 y 63 años. Ramírez le disparó a William Doi justo encima del labio superior, provocando que la bala entrara a través de la lengua y destrozara la garganta. Después fue a la recámara, donde estaba Lillian Doi. Abofeteó a la mujer que lloraba histérica, mientras le gritaba: "¡Cállate, puta, o te voy a matar! “Se la llevó a recorrer la casa, para que viera a su esposo agonizante y le entregara el dinero y las joyas que tenía. Después la llevó de nuevo a la recámara, donde le arrancó la ropa y la violó, mientras la mujer lloraba. Mientras tanto, William Doi consiguió llamar al 911, aunque no pudo decirles nada. Pero los servicios de emergencia rastrearon la llamada y enviaron enseguida una patrulla y una ambulancia al domicilio. Para entonces, Richard Ramírez se había marchado, dejando viva a la mujer. William Doi murió en la ambulancia. Lillian Doi fue atendida de sus lesiones y pudo darle a la policía una descripción de su atacante.

William Doi 

La gente de Los Ángeles se encontraba en un estado de pánico. Los ataques habían desatado la histeria colectiva y todos se encontraban aterrados. Los periódicos ya se referían al asesino como “El Merodeador Nocturno”. El 29 de mayo, Ramírez entró a la casa de dos ancianas: Malvia Keller, de 83 años, y su hermana inválida, Wolfe Blanche, de 80, quienes vivían en la calle Monrovia.
Ramírez las sorprendió durmiendo. Atacó a Malvia con un martillo, golpeándole la cabeza mientras gritaba. Luego también martilleó a Wolfe. Le arrancó el camisón que usaba para dormir y violó a la anciana, quien gritaba aterrada y adolorida. Luego la siguió golpeando con el martillo. Tomó entonces un lápiz labial y dibujo en el muslo de la inválida un pentagrama, una estrella de cinco puntas. Dibujó otro en la pared de la recámara. Después robó algo de dinero y se marchó. Las dos ancianas permanecieron agonizantes dos días en su departamento, hasta que la policía las encontró. Los médicos lograron salvar a Wolfe, pero Malvia murió poco después.

La noche del 30 de mayo, Ruth Wilson, de 41 años, se despertó en medio de la noche por la luz de una linterna que brillaba sobre su rostro. Ramírez había roto el cristal de una ventana de su casa y se había introducido. Le ordenó levantarse e ir a la recámara donde dormía su hijo de 12 años de edad. Ramírez puso el cañón del arma contra la cabeza del niño, advirtiéndole a Ruth que no gritara. Luego esposó al chico y lo metió a un clóset. Suponiendo que era sólo un ladrón, Ruth se ofreció a darle a Ramírez su más valiosa posesión: un collar de oro y diamantes. Luego lo llevó a la cómoda de su dormitorio, donde le dio más joyas y dinero, con la esperanza de aplacarlo.

Una vez que le hubo entregado todo, Ramírez le amarró las manos a la espalda con unas pantimedias. Después la empujó sobre la cama, le quitó la bata y la violó. Ella fingió disfrutar la violación, incluso le dijo a Ramírez que era “muy bueno para su edad”. Esto lo hizo sentirse orgulloso, así que le perdonó la vida, le aflojó las amarras y hasta le dio una bata para que se cubriera antes de liberar a su hijo. Se despidió y se marchó. El niño llamó al 911. Ruth Wilson pudo dar a la policía una descripción muy precisa de su atacante. Gracias a eso, se armó el primer retrato robot.

El 2 de julio, Richard Ramírez entró a la casa de Mary Lousie Cannon, de 75 años, ubicada en Arcadia. La golpeó salvajemente, le cortó el cuello y luego saqueó su casa. El 5 de julio, Ramírez volvió a la calle Arcadia para golpear a Whitney Bennett, una joven de 16 años, con un neumático de hierro. Saqueó su casa, después fue a la cocina, comió algunas cosas que había en el refrigerador y bebió leche. Whitney le siguió rogando en la cocina. Ramírez la golpeó varias veces en la cabeza. Necesitó 478 puntos, pero asombrosamente sobrevivió a sus heridas.

Whitney Bennett


El 7 de julio, Ramírez atacó a golpes con una barra de hierro a Joyce Lucille Nelson, de 61 años, en su casa en Monterey Park. Esa misma noche, también en Monterey Park, Sophie Dickman, de 63 años de edad, enfermera registrada, se despertó a las 03:30 horas a causa de un "hombre alto, flaco, vestido de negro". Estaba apuntándole con un arma. Richard Ramírez le dijo que se dedicaba a meterse a las casas para ver a la gente durmiendo, y que si se despertaban mientras las observaba, entonces las mataba. Le ordenó salir de la cama, la condujo a través de la casa y la hizo que le entregara todo el dinero que había en el lugar. Luego regresaron a la recámara, Ramírez le arrancó la bata, la puso boca abajo en la cama y comenzó a violarla analmente. Ella gritaba por el dolor. Ramírez perdió la erección. Se sintió frustrado y humillado ante ella, así que la golpeó y luego se marchó, dejándola viva.

Joyce Lucille Nelson

El 20 de julio, Ramírez fue a una casa en Glendale. Allí vivían Lela y Maxson "Max" Kneiding, de 66 años. Iba estrenando arma; esta vez llevaba un afilado machete. Aunque todas las puertas y ventanas principales estaban cerradas, el asesino destrozó una puerta trasera muy insegura. Se dirigió a la recámara, encendió las luces y comenzó a dar patadas de la cama mientras le gritaba al matrimonio: "¡Levántense y brillen, perras!"






Maxson Kneilling

Ramírez le dio a Maxson un tajo en el cuello con el machete. Luego quiso hacer lo mismo con Lela, pero el arma se le resbaló y se le cayó. Sacó su pistola calibre .22, les apuntó y jaló el gatillo, pero el arma se había atascado. Mientras Ramírez limpiaba el arma, Lela le rogaba por su vida. Terminó y le disparó en la cabeza. Después remató a Maxson a machetazos y se marchó.








Lela Kneiding

El 6 de agosto, Ramírez se dirigió a Northridge, a la casa de Christopher y Virginia Petersen, de 38 y 27 años de edad, respectivamente. Ramírez irrumpió en la casa a través de una puerta deslizante de cristal, que conducía directamente a la sala de estar. Fue al dormitorio, donde Virginia se despertó a causa de la luz de la linterna que brillaba sobre su rostro. Ramírez avanzó hacia ella con ambas manos sobre el arma. Ella gritó y Ramírez le disparó en el ojo izquierdo. La bala atravesó el paladar, destrozó la garganta y salió por la nuca.

Christopher se despertó, confundido y adormilado. Vio el rostro sangrante de su esposa y entonces Ramírez le disparó en la sien derecha. Pero la bala rebotó en el cráneo y no llegó a perforarlo. Christopher atacó a Ramírez, quien disparó dos veces más. Falló los dos tiros. Christopher siguió luchando, consiguiendo arrojar a Ramírez al piso. El asesino consiguió liberarse y salió corriendo, huyendo de la casa de la misma manera que había entrado. Asombrosamente, Virginia sobrevivió al brutal ataque, pero quedó muda, ciega de un ojo y con terribles cicatrices.

Christopher Petersen

El 8 de agosto, Ramírez atacó en Diamond Bar. Elyas Abowath, de 35 años, recibió un disparo en la cabeza mientras dormía. Ramírez amenazó entonces a Sakina, la esposa de 29 años. La obligó a que se dejara realizar sexo oral por él. Después la violó analmente y finalizó forzándola a que le practicara sexo oral a él. Al terminar, se marchó sin matarla.







Elyas Abowath


Ramírez decidió abandonar la zona donde cazaba. Tras el ataque al matrimonio Abowath, cambió de zona hacia el norte. El 18 de agosto, un hombre llamado Peter Pan y su esposa Barbara se encontraban en su cama en el Lago Merced, en San Francisco. Peter Pan, tenía 66 años de edad y era contador. Su esposa tenía 64.

Ramírez se introdujo a través de una ventana abierta que no tenía protección. Ejecutó a Peter de un disparo en la cabeza. Luego violó a Bárbara Pan y le disparó en la columna vertebral. Sobrevivió, pero quedó inválida. Ramírez tomó un lápiz de labios y dibujó en una pared un pentagrama, así como una frase de una canción del grupo de rock Judas Priest.

Búsqueda del asesino
 
El terror se apoderó de San Francisco cuando la policía determinó que la bala que había matado a Peter Pan había sido disparada por “El Merodeador Nocturno”. Para calmar los temores, la alcaldesa Dianne Feinstein habló públicamente acerca de la búsqueda del asesino, pero cometió el error de proporcionar detalles que la policía había pedido mantener bajo confidencialidad, pistas que podían conducirlos a atrapar al criminal.

Una de esas pistas eran las huellas de las botas que Ramírez utilizaba, de las cuales sólo habían entrado a Estados Unidos algunos pares. Cuando Ramírez escuchó a la alcaldesa declarar que tenían huellas de sus botas, se dirigió al puente Golden Gate y arrojó su calzado a un río.

Pero la policía de San Francisco tenía una pista. El dueño del Hotel Bristol afirmó que un joven que encajaba con la descripción de “El Merodeador Nocturno” se había hospedado en su hotel durante el último año y medio. El gerente recordó que el hombre tenía los dientes podridos y olía mal. La policía revisó la habitación donde el sospechoso había dormido y encontraron un pentagrama dibujado en la puerta del baño.

La policía también localizó a un vendedor, quien dijo que había comprado algunas joyas, un anillo de diamantes y un par de gemelos, de un joven que encajaba con la descripción. Las joyas habían pertenecido a Barbara y Peter Pan.

El 24 de agosto, Stalker atacó a otra pareja, esta vez en Mission Viejo, cincuenta millas al sur de Los Ángeles. William Carns, de 29 años, acaba de irse a dormir con su novia. Ramírez se introdujo a la recámara y le disparó a William, hiriéndolo gravemente. Su novia despertó y Ramírez la tomó del cabello, arrastrándola al suelo. Le ató las muñecas y los tobillos con unas corbatas. Ramírez le preguntó si sabía quién era él; la chica respondió que “El Merodeador Nocturno”, con lo cual quedó muy satisfecho. Buscó dinero y joyas en la casa, pero casi no encontró nada. Esto lo molestó. Regresó donde estaba la chica, la desnudó y comenzó a violarla. Tras penetrarla vaginalmente, también la violó analmente.

Para liberarse del ataque y del dolor, la mujer le dijo que ella sabía dónde había algo de dinero guardado. "¡Júralo por Satanás!", le exigió Ramírez. Ella juró por Satanás que estaba diciendo la verdad. Ramírez dejó de penetrarla, encontró el dinero, y le exigió a la chica: "¡Jura tu amor por Satán!". "Me encanta Satanás", murmuró ella. Ramírez la arrastró otra vez por los cabellos, la hincó frente a él y la obligó a practicarle sexo oral. Tras la felación, volvió a violarla. Al terminar le apuntó con la pistola, ante lo cual la chica gritó y cerró los ojos. Ramírez se rio de ella, guardó el arma y se marchó. Sus huellas dactilares quedaron por todas partes. La joven llamó al 911.

Mientras Ramírez se iba, un adolescente que había estado trabajando en su motocicleta en el garaje de sus padres, vio el automóvil Toyota color naranja del asesino circulando por su vecindario. Le pareció sospechoso, por lo que anotó el número de matrícula. A la mañana siguiente, llamó a la policía y los alertó sobre el automóvil. Con el número de placa, la policía pudo determinar que el vehículo había sido robado en Chinatown, en Los Ángeles, mientras el propietario cenaba en un restaurante. Se puso un aviso sobre el coche y dos días más tarde lo localizaron estacionado afuera de un McDonald’s.

El auto de Richard Ramírez.
La policía mantuvo bajo vigilancia el automóvil durante casi 24 horas, con la esperanza de que el ladrón apareciera, pero no fue así. Un equipo forense revisó el auto y encontró huellas digitales que se enviaron a Sacramento para su análisis. Horas más tarde, el equipo determinó que la huella pertenecía a “El Merodeador Nocturno”.

La policía hizo una búsqueda exhaustiva en un banco de datos de huellas digitales y finalmente la suerte les sonrió. Descubrieron que la huella pertenecía a Richard Ramírez. De inmediato informaron a todos los medios de comunicación. Todos los periódicos de Los Ángeles publicaron la fotografía de Ramírez en la primera plana.

El 31 de agosto, Richard Ramírez regresó a Los Ángeles en un autobús Greyhound, después de visitar a su hermano en su casa de Tucson, Arizona. No tenía idea de que ya lo habían identificado, ni de que su fotografía seguía apareciendo en la primera plana de los diarios. Al llegar a la estación, vio que el área estaba llena de policías, pero logró salir inadvertido. Caminó tranquilamente hasta una tienda de la esquina. Mientras estaba allí parado, los propietarios vieron su rostro y comenzaron a gritar: “¡Es el asesino! ¡Es el asesino!” Ramírez salió de allí, desconcertado, y se encontró de frente con un puesto de periódicos donde estaban los diarios con su fotografía en primera plana.

Aterrado, Ramírez comenzó a correr con un ejemplar del periódico La opinión en la mano. No se detuvo durante cuatro kilómetros, lo que recorrió en doce minutos. Mientras corría, la gente lo miraba, lo señalaba y gritaban: “¡Es él! ¡Es ‘El Merodeador Nocturno’!” Ramírez se dirigió corriendo al centro de Los Ángeles. Intentó robar un auto, pero la gente se lo impidió.

Saltó varias vallas buscando un automóvil que pudiera robar con facilidad. Vio un Mustang, que pertenecía a un hombre llamado Faustino Pinon. Estaba debajo del auto, revisando el coche. Ramírez se subió al auto e intentó arrancarlo, pero no pudo. Pinon salió de abajo del vehículo y lo agarró de la camiseta, a través de la ventanilla. Ramírez sacó su pistola, pero Pinon se la quitó de un manotazo. Ramírez consiguió arrancar el auto, Pinon no lo soltó y el coche fue a estrellarse contra una barda y después contra un garaje. Pinon sacó a Ramírez del auto, lucharon en el piso, Ramírez se liberó y salió corriendo otra vez.

Se topó con un Ford Granada conducido por Angelina Torres, una mujer de 28 años. Ramírez se metió por la ventanilla y la amenazó con matarla si no le dejaba el vehículo. Angelina gritó, su esposo Manuel Torres escuchó los gritos y corrió desde el jardín trasero a auxiliarla. Tomó un trozo de metal para atacar a Ramírez. Otro vecino, José Burgoin, llamó a la policía. Junto con sus hijos Jaime y Julio, corrió para ayudar a Angelina.

Titulares tras el arresto.
Jaime reconoció a Ramírez. Gritó que se trataba de “El Merodeador Nocturno”. La gente empezó a perseguirlo. Manuel Torres lo golpeó con el tubo de metal en el cuello. Entre todos lo agarraron y empezaron a golpearlo. Ramírez trató de defenderse, pero los vecinos lo superaban en número. Le dieron una golpiza y después lo mantuvieron inmovilizado, hasta que llegó la policía.

Tras su detención, Ramírez fue acusado de catorce homicidios y otros treinta y un delitos graves. La selección del jurado para el caso se inició el 22 de julio de 1988.

El juicio de Richard Ramírez fue uno de los procesos penales más difíciles y más largos en la historia estadounidense.

Se entrevistó a cerca de 1,600 posibles jurados. Más de cien testigos declararon. La defensa de Ramírez alegó que estaba bajo el influjo de las drogas cuando cometió los crímenes, y después intentaron que se considerara a Ramírez mentalmente perturbado.

El juicio a Richard Ramírez

Ramírez se pavoneaba en el Tribunal. Lanzaba frases despectivas hacia los testigos, hacia el Jurado, hacia el Juez. Coqueteaba con las mujeres, quienes, le devolvían siempre la sonrisa.

Los fotógrafos imprimían imágenes suyas todo el tiempo. A Ramírez le encantaba que le tomaran fotos y siempre posaba para los medios.

Un día les mostró a todos un pentagrama que se había marcado en la palma de la mano izquierda. Siempre se despedía diciendo: “¡Viva Satán!”

El 3 de agosto, se reveló que algunos empleados de la cárcel iban a proporcionarle a Ramírez una pistola para que asesinara al Fiscal en una de las sesiones del juicio. A raíz de eso, se instalaron detectores de metal en las entradas.

El 14 de agosto, el juicio se interrumpió porque una de los miembros del jurado, Phyllis Singletary, no llegó a la sala de audiencias. Ese mismo día fue encontrada muerta a tiros en su departamento. El Jurado estaba aterrado, preguntaron si Ramírez había ordenado el asesinato desde el interior de su celda, y si los otros miembros del jurado estaban en peligro.

Richard Ramírez gozaba al saber que causaba ese temor supersticioso en los jurados. Se pavoneaba diciendo que era el líder de un grupo de sicarios, que ejecutarían a todos los que se metieran con él.

Pero Ramírez no era el responsable de la muerte de Singletary, sino su novio, quien luego se suicidó con la misma arma en un hotel.

El 20 de septiembre de 1989, Ramírez fue declarado culpable de trece cargos de asesinato, cinco intentos de asesinato, once agresiones sexuales y catorce robos. El 7 de noviembre fue condenado a muerte; sería ejecutado en la cámara de gas.

Al escuchar la sentencia, Ramírez sonrió y respondió al Jurado:

Gran cosa. La muerte forma parte de mi territorio. ¡Los veré en Disneylandia!

Richard Ramírez fue enviado al Pasillo de la Muerte en la prisión de San Quintin, en California, una de las cárceles más temidas.

Apelaciones tras apelaciones sirvieron para retrasar su ejecución por más de veinte años. La opinión pública exigía que fuera ejecutado, pero sus abogados conseguían que todo se aplazara indefinidamente.

Tras el juicio, Ramírez recibió docenas de cartas de fans, casi en su totalidad mujeres que le manifestaban su amor y su deseo. Otras eran de chicos que le expresaban su admiración y le pedían consejos.

Cartas de fans









Una de sus seguidoras, Doreen Lioy, intercambió con Ramírez casi un centenar de misivas. En 1988, él le propuso que se casaran y ella aceptó. Contrajeron matrimonio el 3 de octubre de 1996.


Doreen Lioy tras su boda con Richard Ramírez. 


El 7 de agosto de 2006, la Corte Suprema de California confirmó la sentencia de muerte. Y el 7 de septiembre, le negaron la solicitud de una nueva audiencia.

Ramírez impactó a los medios con su salvajismo, su locura y su sordidez. Se rodaron películas, se hicieron camisetas, se llegó al grado de permitirle tener papel membretado con su sobrenombre mortal, para que enviara su correspondencia personal.

Richard Ramírez inspiró la canción y el opresivo video clip de Tricky, “Hell is around the corner”. La banda de rock AC / DC tuvo demandas por parte de familiares de las víctimas, que absurdamente los responsabilizaban de la conducta de Ramírez, quien mientras se dedicó a diseñar camisetas para grupos de rock pesado, y a prestar su imagen para publicidad de conciertos de rock.

Finalmente, Richard Ramírez, “El Merodeador Nocturno”, logró establecer contacto con sus fans a través de Internet. Aún puede escribírsele a la prisión, gracias al website de la prisión. Ramírez se define a sí mismo como un hombre que hace ejercicio diariamente, cuida su cuerpo y su mente, gusta de la naturaleza, busca amistad y es un artista serio que además necesita un corredor que lo represente. Para contactarlo haz click en el link: Página de Richard Ramírez.

viernes, 10 de mayo de 2013

Peter Kürten

El vampiro de Düsseldorf.





Peter Kürten nació en 1883, en la ciudad de Köln-Mulheim (Alemania). Vivió una infancia sobrecargada de violencia. Él era el tercero de trece hermanos, un padre alcohólico y abusador, y una familia paupérrima que convivía en una sola habitación. Siendo niño Peter vio cómo su padre violaba a algunas de sus hermanas y a su propia esposa (el padre de Kürten terminó en prisión por incesto, su madre volvería a casarse en 1911 en fallecería en 1927). La madre de Peter provenía de una familia respetable, tenía cinco hermanos y su padre era comerciante, pero la vida que le daba su esposo era terrorífica. Esto era sólo la punta del iceberg para los ojos de Peter. Sufrió toda clase de abusos en el cuarto donde vivía hacinado junto con sus padres y doce hermanos. El padre de Kürten era un brutal obrero alcohólico que con frecuencia obligaba a su esposa a desnudarse para tener relaciones sexuales frente a sus hijos; más tarde, iría a prisión por violar a su propia hija, la hermana de Kürten. Al igual que su padre, el niño Peter abusaba sexualmente de sus hermanas menores. Años después, influenciado por un vecino que trabajaba en la perrera, Kürten comenzó a practicar la zoofilia. Además era un fascinado testigo de las torturas que el vecino aplicaba a los perros.

Peter conoció a un joven drogadicto con el que compartiría habitación, y éste sería el tipo que le iniciaría en la crueldad con los animales así como la zoofilia. Con estas premisas y sus años anteriores en su hogar, tampoco era de extrañar que a esa tierna edad ahogara a dos amigos suyos bajo el agua del Rihn cuando simulaba que iba a rescatarles. Lo que hizo, en realidad, fue aguantar su cabeza para que no pudieran salir a respirar.

De su amigo drogadicto aprendió a masturbarse mientras torturaba animales, pero lo que más le gustaba a Peter era apuñalar a los animales cuando estaba teniendo relaciones sexuales con ellos. En una ocasión se le ocurrió succionar la sangre del animal. El placer que obtenía con ese acto no era comparable con nada, así que este hecho se repitió muchas veces y esa succión de sangre acabó dándole el nombre de El vampiro de Düsseldorff con el tiempo.

Kürten comenzó a delinquir y a entrar y salir de la cárcel siendo muy joven, y entre entrada y salida fue contratado en una perrera. Allí demostró que su crueldad no se limitaba sólo a las personas: tenía en los perros las víctimas perfectas para entrenarse.

En 1895, Kürten se mudó junto con su familia a la ciudad de Düsseldorf. No había dejado la zoofilia y constantemente tenía sexo con borregos, cabras y cerdos. También se masturbaba de manera compulsiva. Se transformó en un acosador y molestaba frecuentemente a sus hermanas menores, de quienes seguía abusando, y a sus compañeras de escuela.

Con 9 años cometería su primer delito grave. Kürten empujó desde una balsa a un compañero de juegos mientras estaban a orillas del río Rhin. Otro chico saltó al agua para ayudar al primero pero Kürten los golpeó en la cabeza, provocando que ambos se ahogaran. La policía investigó, pero Kürten dijo que había sido un accidente y le creyeron. Sólo se sabría la verdad muchos años después, cuando Kürten, ya adulto, hiciera una extensa confesión ante las autoridades.

A los catorce años, Peter Kürten se fugó de su casa. Vagó por caminos y pueblos cercanos, asaltando a las jóvenes que encontraba a su paso: las golpeaba, las violaba y les quitaba el poco dinero que llevaran encima. Un año después volvió a su casa y consiguió trabajo como aprendiz de moldeador, el mismo oficio de su padre, a quien odiaba. Cometió un robo en su nuevo trabajo y tuvo que salir huyendo. Dejó Düsseldorf y se estableció en Coblenza, donde conoció a una prostituta que practicaba actos de violencia y perversión; ella le enseñó muchas cosas sobre el sexo sucio. Al poco tiempo fue arrestado por robo. Permaneció en prisión hasta 1899, yéndose a vivir con otra prostituta masoquista que le doblaba la edad.

La familia se trasladó a Düsseldorff y fue allí cuando Peter cambió los habituales pequeños hurtos por delitos más graves conforme fue creciendo: piromanía, violaciones, malversación de fondos y deserción del servicio militar fueron motivos suficientes para que pasara algún tiempo en la cárcel. Encarcelado tenía tiempo para pensar y "soñar" a su manera: imaginaba en su mente perturbada y fantástica atrocidades cometidas por él mismo, actos sexuales brutales durante los cuales se excitaba y eyaculaba. Así empezó a ver que una vez fuera podía conseguir lo mismo pero con mayor intensidad, llevando a cabo sus fantasías. 



Düsseldorf a finales del siglo XIX.


En noviembre de 1899, Kürten llevó con engaños a una campesina hasta el bosque Grafenberger. Le había ofrecido dinero a cambio de sexo y la chica accedió. La penetró sin mayores preámbulos y, mientras eyaculaba, comenzó a estrangularla. Los espasmos aumentaron su placer y Kürten ya no se detuvo hasta dejarla inconsciente.

A partir de 1900, Kürten fue arrestado en diversas ocasiones acusado de fraude, robo e intento de homicidio. Era un preso que se aislaba de los demás. Para 1904 fue liberado, se enroló en el ejército pero desertó casi enseguida. Había pasado meses fantaseando con un nuevo interés. Durante semanas, Kürten recorrió las granjas cercanas a Düsseldorf y se dedicó a incendiar graneros. Era un pirómano, le obsesionaba la idea de que en el interior de los sitios que encendía hubiese animales o personas que murieran abrasadas por las llamas. Kürten se quedaba horas contemplando los fuegos a una distancia prudente. Oía a los cerdos y a los caballos morir presas de la desesperación y sonreía. En ocasiones, algunos vagabundos quedaron atrapados en los graneros y Kürten vio a varios de ellos correr envueltos en llamas, u oía sus alaridos de dolor y desesperación. Mientras miraba o escuchaba la agonía de sus víctimas, se masturbaba.

Al principio los delitos por los que se condenaba a Kürten solían ser por robo de alimentos y ropa, con estancias cortas en las prisiones de Düsseldorf. Tras su detención en 1899, convivió con una prostituta masoquista mucho mayor que él, y pasó de la práctica zoofílica y tortura de animales a la práctica de estas mismas perversiones en personas.

Esta fiebre incendiaria duró un año. En 1905 fue sentenciado por robo a otros siete años de cárcel, lapso en que Kürten se dedicó a envenenar a otros reclusos en el hospital de la prisión. Al ser liberado en 1912, violó a una sirvienta y poco después se le vio acosando a mujeres en un restaurante local. Un mesero quiso intervenir y Kürten lo ahuyentó disparándole con una pistola. Lo arrestaron y estuvo otro año en la cárcel. 

Comenzó su bestialidad con niñas en la ciudad de Köln. El 25 de mayo 1913, Kürten, que había estado robando en casas multifamiliares, observaba un apartamento perteneciente a una taberna propiedad de Peter Klein, Kürten se introdujo a un bar en su ciudad natal. Los dueños del local no estaban, pero habían dejado dormida a su hija Christine KIeinde, de trece años de edad. Kürten la contempló unos minutos mientras dormía. "Entré en una casa en el Wolfstrasse, cuyo inquilino era de apellido Klein, fui hasta la primera planta, abrí varias puertas y no encontré nada digno de robar; pero en la cama vi a una muchacha durmiendo". Kürten agarró a la niña por el cuello y la dejó inconsciente ahorcándola con las manos, terminó de asfixiarla y la degolló. Además la violó con los dedos. "Tenía un pequeño cuchillo de bolsillo con el cual corte su garganta. Oí los chorros y el goteo de la sangre en la alfombra al lado de la cama. Salió a borbotones en un arco. Aquello duró cerca de tres minutos. Entonces salí, cerré la puerta otra vez y regrese a mi casa en Düsseldorf". Del cadáver de la niña podía apreciarse que había mordido salvajemente su lengua. Se llamaba Christine Klein, tenía sólo 10 años y estudiaba en la escuela de Köln. Por suerte para Kürten, el día anterior el hermano de Klein, Otto, le había pedido un préstamo y al serle negado le amenazó con hacer algo que su hermano recordaría toda su vida. Lo acusaron del asesinato de la niña pero el jurado lo absolvió por falta de evidencias suficientes. Al día siguiente Kürten entró en el café Mullheim, frente al bar de la taberna de Klein. Allí hablaban del terrible asesinato, algo que, seguramente él, ya preveía. 

Kürten enloquecía cada vez más. Consiguió un hacha y se dedicó a atacar a transeúntes por las calles de Düsseldorf. Sus víctimas en esa racha sumaron veintidós personas. Experimentaba orgasmos al contemplar la sangre manando del cuerpo de sus víctimas. Luego trató de estrangular a dos mujeres. Lo capturaron y estuvo otros ocho años en prisión. Mientras se hallaba en la cárcel, estalló la Primera Guerra Mundial.

Cinco días después del asesinato de la niña Rosa Ohliger, fue encontrado apuñalado un mecánico de 45 años de edad llamado Rudolf Scheer en una carretera en Flingern con veinte heridas de cuchillo. Al día siguiente Kürten volvió a la escena del crimen y esta vez incluso se acercaba a hablar con los detectives y los policías que se encargaban del caso.

En las pesquisas policiales hubo un fallo debido a que un hombre llamado Stausberg se confiesa el asesino buscado. El hombre había asaltado a dos mujeres, la policía le detuvo y antes de que se dieran cuenta ya se estaba poniendo más protagonismo del que tenía. Por suerte se dieron cuenta y el tipo acabó metido en un psiquiátrico, sin embargo esto retrasó la captura del verdadero asesino que, durante ese tiempo, estuvo estrangulando y apuñalando a otras víctimas, una pista más que evidente de que Stausberg no era el hombre que buscaban.

Comenzó el terror en Düsseldorff: asesinatos crueles y muestras de vampirismo eran las pistas para cazar a este asesino. Kürten degollaba -preferente a niñas o mujeres jóvenes- a sus víctimas, las violaba aunque normalmente con los dedos porque el placer sexual lo obtenía de la sangre y luego las mutilaba. Además, solía usar tijeras para degollarlas, aunque también utilizaba cuchillos o lo que tenía a mano en ese momento. Lo que le excitaba sexualmente no era la violación, sino la sangre a borbotones o visitar el lugar donde había cometido los asesinatos. Y ya no tenía medida. Estaba descontrolado.

Fue liberado en 1921 y se mudó a Altenburg. A sus nuevos vecinos les contaba unas supuestas aventuras como prisionero de guerra en Rusia, cosa que era falsa por completo. En Altenburg conoció a su futura esposa, una ex prostituta recién liberada de la cárcel, donde había ingresado por dispararle a su novio. La joven rechazó su propuesta de matrimonio, pero accedió a la boda cuando Kürten la amenazó con matarla. La mujer hizo la vista gorda ante las infidelidades de Kürten y su afición por el delito. Kürten no la maltrataba; se limitaba a ignorarla y utilizarla como sirvienta. Ni siquiera sostenía relaciones sexuales con ella.

En 1925, Kürten regresó a Düsseldorf; años después contaría que la tarde de su llegada, se había deleitado con una puesta de sol rojiza como la sangre. En palabras del escritor Rafael Aviña: “Ha llegado el momento acariciado largo tiempo: la hora del vampiro. Un verdadero vampiro humano que asolará las calles de Düsseldorf”. Se instaló y de inmediato recomenzó su frenesí asesino. Asaltaba mujeres en la calle, las golpeaba y las violaba en callejones oscuros; incendió más granjas y graneros e incluso dos casas de la ciudad; e intentó estrangular a cinco jovencitas, a quienes dejó inconscientes y heridas.

Seis días antes apuñaló repetidas veces a una mujer llamada señora Kühn. Veinticuatro heridas. Más tarde confesaría que empezó a cogerle el gusto a visitar el lugar donde había matado a sus víctimas, sin ir más lejos, Kürten volvió un par de veces al lugar donde asesinó a la señora Kühn la misma tarde, y siguió haciéndolo más adelante con un descubrimiento nuevo: se estimulaba sexualmente y eyaculaba. 

Vivían la Primera Guerra Mundial y hasta 1921 Kürten estuvo en prisión en Altenburg. Al salir de la cárcel se casó con una buena mujer. Allí consiguió un trabajo en una fábrica. En esta ocasión trató de pasar desapercibido, formó un hogar en un apartamento con su esposa y se volcó en parecer en un buen trabajador. Además empezó a moverse en círculos de política de forma activista.

El 3 de febrero atacó con unas tijeras a una obesa mujer apellidada Kuhn; le causó veinticuatro heridas, muchas de ellas en la cabeza, y la dejó moribunda en la calle, no sin antes beber su sangre. La víctima sobrevivió de milagro a ese ataque brutal y describió a su atacante como “un vampiro”. La gente bautizó entonces a Kürten con el apelativo que pasaría a la historia: “El Vampiro de Düsseldorf”.

Rudolf Scheer





El 13 de febrero, Kürten acuchilló a Rudolf Scheer, un mecánico ebrio: veinte puñaladas en la cabeza y el cuello le ocasionaron la muerte y Kürten también bebió la sangre de su víctima.


En abril la policía detuvo a un hombre, trastornado de sus facultades mentales, que estaba de paso por la ciudad. Había agredido a mujeres del lugar, pero las autoridades no encontraron evidencia que lo relacionara con los homicidios y fue enviado a un asilo. Entonces Kürten cambió de táctica e intentó estrangular y violar a cuatro mujeres.

La gente lee un anuncio sobre los últimos ataques de Kürten.

El 29 de agosto, Kürten enloqueció por completo. Por la mañana estranguló y arrojó al río a una adolescente llamada Anni. Casi enseguida hizo lo mismo con Christine Heerstrase. Excitado y sediento de sangre, más tarde estranguló y apuñaló a María Hahn, a quien enterró a las orillas del Rhin. Después asesinó a dos niños de cinco y catorce años, cortándoles la garganta, y finalizó apuñalando a otras tres víctimas, que milagrosamente quedaron vivas.

Rase Ohliger


El 9 de marzo, Rase Ohliger fue encontrada en una construcción en Düsseldorf: había sido violada, acuchillada en trece ocasiones, habían bebido su sangre y el cadáver presentaba rastros de quemaduras con parafina. Su cabeza presentaba profundos cortes. Comparando los pocos indicios, los detectives asignados al caso encontraron que estas tres últimas víctimas habían sido marcadas por heridas cortopunzantes en las sienes.

Maria Hahn



Al otro día, el 30 de agosto, Kürten regresó al sitio donde enterró a Maria Hahn. Escarbó la tierra hasta sacar el cadáver, ya con los primeros signos de putrefacción. Kürten violó el cadáver putrefacto, cubierto de lodo y sangre seca, mientras besaba y mordisqueaba los labios de la muerta. En un acto extraño, intentó crucificarla contra el tronco de un árbol para que la hallaran pronto, pero no lo consiguió, así que la enterró en otro sitio cercano.


Frau Meurer, sobreviviente



Ese mismo día atacó a otra chica, Gertrude Schulte, quien se dirigía a la feria de Neuss. Kürten la abordó diciéndole obscenidades; le espetó que quería tener sexo con ella y Schulte respondió con una frase fatal: “¡Prefiero morirme!” "Bien. Entonces, muere", contestó Kürten, y la acuchilló repetidament antes de escapar. Pero Gertrude sobrevivió al ataque y dio a la policía una completa descripción de su agresor.

Sin embargo, la policía de Düsseldorf no creía que un solo individuo fuera el autor de aquella carnicería. En septiembre, Kürten trató de estrangular a tres mujeres más. A una la arrojó al río, pero todas sobrevivieron. Otras no tuvieron tanta suerte: Ida Reutler murió cuando Kürten le destrozó el cráneo a martillazos antes de beber su sangre.


Ida Reutler




Los meses siguientes quedó patente que el asesino había perdido el control de sus actos. En septiembre violó y asesinó a una adolescente llamada Ida Reuter, el 12 de octubre asesinó a la joven llamada Elizabeth Dorrier, el 25 de octubrela señora Meurer y la señora Wanders fueron atacadas con un martillo, el 7 de noviembre desaparece Gertrude Albermann de 5 años, y dos días después el periódico Freedom recibe una carta indicando el lugar exacto donde se encontraría el cuerpo. La pequeña Albermann recibió treinta y cinco puñaladas, había sido estrangulada y su cuerpo reposaba entre ladrillos y escombros. Desde febrero de 1930 hasta mayo del mismo año siguió atacando pero sin consecuencias fatales.

Elizabeth Dorrier




Lo mismo hizo con Elizabeth Dorrier, asesinada en Grafenbery el 12 de octubre. El 25 de octubre, golpeó a martillazos a dos mujeres más en ataques separados; las dos sobrevivieron.


Gertrude Alberman



El 7 de noviembre, Gertrude Alberman, de cinco años de edad, fue reportada como desaparecida en Düsseldorf. Dos días después hallaron su cadáver, luego de que Peter Kürten enviara a un periódico local la ubicación del sitio exacto donde lo había dejado; fue estrangulada y acuchillada treinta y seis veces. Kürten bebió su sangre y la violó post mortem. Cuando la policía rodeó la zona, entre los curiosos que acudieron a presenciar el hecho estuvo el mismo Kürten, quien declaró sentirse excitado al estar allí. Siguiendo los datos proporcionados por la carta de Kürten al periódico, la policía también desenterró los restos de María Hahn, igualmente violada después de muerta.

El 23 de agosto de 1929 las hermanas Gertrude Hamacher (5 años) y Louise Lenzen (14 años) desparecen de la feria (estaban de fiestas en Flehe) cuando van camino a su casa. Según confesaría más tarde Kürten, las siguió y en un momento dado le pidió a Louise que le comprara cigarrillos en la feria mientras él cuidaba de la hermana pequeña. Le entregó el dinero y la mayor se marchó. Esta vez, con una cuchilla de afeitar, degüella a la pequeña Gertrude, y cuando Louise vuelve con el tabaco, es asesinada y decapitada.

Tres personas, prácticamente elegidas al azar, fueron apuñaladas mientras veían una casa en venta.

En los cinco meses siguientes, el frenesí de Kürten disminuyó. Aunque intentó estrangular, violar y acuchillar a diez chicas, falló en todos los intentos. Enloquecido, le contó todos sus crímenes a su mujer, quien lo denunció a la policía ese mismo día. Kürten fue arrestado otra vez a finales de mayo de 1930. Antes de su detención, la policía había interrogado a nueve mil personas, seguido tres mil pistas, e incluso había consultado a médiums.

Ya con Kürten detenido y confeso, seguían negándose a creer que los crímenes eran sólo obra suya. El juicio de Kürten dio inicio el 13 de abril de 1931 y finalizó ocho días después. Al jurado le llevó tan sólo noventa minutos condenarlo por nueve cargos de asesinato, aunque según Kürten fue responsable de 79 asaltos y por lo menos trece asesinatos.

El 17 de mayo Maria escribió una carta a la señora Bruckner donde le contaba su encuentro con el buscado Vampiro de Düsseldorff, pero la carta nunca llegó a su destino por tener mal la dirección. En la oficina de correos, la señora Brugmann abrió la carta y al mirar su contenido inmediatamente llamó a la policía que localizó a Maria Budlick, quien condujo al inspector Gennat al apartamento número 71 de Mettmanner Strasse. El apartamento estaba vacío pero la administradora dijo que allí vivía un hombre llamado Peter Kürten. Estando aún Maria en el apartamento, Peter Kürten llegó a su casa, y la verla le miró sorprendido. "No pensé que Budlick podría encontrar la manera de regresar a mi apartamento en el Mettmanner Strasse. Me sorprendió mucho cuando el miércoles, 21 de mayo, la vi de nuevo en mi casa". Comenzó a subir las escaleras hacia ella pero Maria cerró la puerta. Kürten decidió salir y la policía le siguió pero le perdió la pista.

Curiosamente, debido al estado en el que se encontraba su esposa cuando él le confesó lo que había ocurrido con Maria, histérica ésta al darse cuenta de que se iba a quedar sola, sin dinero y sin posibilidad de encontrar trabajo mientras él estaba en la cárcel, el propio Peter le sugirió que le delatara para que cobrara la recompensa que había sobre él, y en ese momento le confesó que estaba casada con el Vampiro de Düsseldorff. No se trataba sólo de Maria... El 24 de mayo de 1930, la señora Kürten cuenta la historia a la policía, aduciendo que había convencido a su marido para que fuera a la iglesia del St. Rochus a las 3 p.m., hora en la que el área entera había sido rodeada y cuatro oficiales esperaban con revólveres cargados. Llegó Peter Kürten, sonrió y no ofreció resistencia.

El juicio


Peter Kürten durante el juicio.

En las declaraciones Kürten llegó a nombrar todos sus asesinatos, desde el primero hasta el último, y tales eran las caras de estupefacción de los presentes que llegaron incluso a no creerle, así que decidió contar con pelos y señales al profesor Berg todos sus crímenes. No había lugar a dudas, sin embargo, lo que siempre dejó perpleja a la sociedad así como a los presentes en su juicio, es que Kürten asegurara que había sólo un motivo para cometer aquellos actos, actos que no consideraba "malos", si no en parte justicia: vengarse del sistema penal alemán por el que había sufrido y que le había reforzado su carácter sádico, asesinando a las gentes de la ciudad. Después estaba el motivo por el que se entregaba, procurarle a su mujer una vejez segura cobrando ésta el dinero de la recompensa. Según decía la admiraba por su carácter fino más que amarla y no quería dejarla en la miseria. Reconocía que iba a sufrir mucho y era lo mínimo que merecía.

Entre los que asistieron al juicio se encontraba un artista: el cineasta Fritz Lang, quien había escrito el guión de lo que sería su película M, el vampiro de Düsseldorf. Kürten reveló que bebía la sangre de sus víctimas porque padecía hematodipsia, una extraña enfermedad mental. El jurado rechazó el alegato. El psiquiatra Karl Berg lo describió como "El rey de los pervertidos sexuales" y publicó un libro basado en el caso, titulado Der Sadist.

Kürten recibió miles de cartas, la mayoría llenas de insultos, pero otras eran de fervientes admiradores; incluso hubo mujeres que deseaban estar con él. Otros le enviaban ejemplares del libro sobre su caso para que los firmara.

Entre otros profesionales, el dr. Wehner tenía la tarea desesperada de intentar probar locura de Kürten, pero no existía una conducta típica de los asesinos en serie para declararle loco, así que el veredicto del jurado fue unánime: culpable de todos los cargos. 

El 2 de julio de 1932 Peter Kürten, el Vampiro de Düsseldorff fue guillotinado en la prisión de Klingelputz (Colonia). Sus últimas palabras al psiquiatra de la prisión fueron las siguientes: 

"Dígame, después de que mi cabeza se haya desprendido del cuerpo ¿podré oír, por lo menos por un momento, el sonido de mi propia sangre cuando brote de mi cuello?. Sería el mayor placer para terminar todos mis placeres." 

Kürten fue sentenciado a muerte por decapitación. Tras enterarse, le confió al psiquiatra Karl Berg que su más grande ilusión sería: 

“escuchar el torrente de mi propia sangre correr por mi cuello, partido en dos”.

En su libro Asesinos seriales. Grandes crímenes de la nota roja a la pantalla grande, Rafael Aviña narra las últimas horas de Peter Kürten:

“Kürten fija su vista en las rejas de su celda. Las sabe fuertes al igual que su obsesión por la sangre, y en ese instante extraña los gritos de sus víctimas, sus cuellos tasajeados por tijeras, o sus cráneos despedazados a golpes de martillo; sin embargo, a mitad de esa, su última cena, lo que más parece añorar es el espectáculo del fuego. Llamas imponentes, cálidas y amarillas que arrasaban con graneros, pajas de heno y sobre todo, con algunos vagabundos que creían encontrar ahí un refugio seguro. Cómo olvidarlo.

“Una emoción distante y entrañable recorre su cuerpo y Kürten piensa en los alaridos de aquel hombre envuelto en llamas, que años atrás le había causado una extraña sensación de placer. La visión de esa carne encendida y brillante consiguió que su corazón latiera más rápido, e incluso esa imagen aterradora le había provocado un potente orgasmo, ahí, de pie, frente a esas cálidas llamaradas que en unos cuantos minutos acabaron con habitaciones, hectáreas de terrenos, piel y órganos humanos".

Las víctimas de Peter Klein, Kürten.
“Kürten evoca esos momentos mientras se lleva a la boca una servilleta impecablemente blanca y bebe un sorbo del vino blanco que ha pedido para acompañar su salchichón con papas fritas. Es su último deseo, concedido a unas cuantas horas de probar el filo de la guillotina sobre su cuello. Piensa en la última cena de Cristo, la compara con la suya y sonríe con malicia, con esa misma sonrisa cínica y siniestra que mostró a niños y jovencitas minutos antes de mordisquear sus cuellos o sus genitales…”

Rafael Aviña cuenta sobre la cinta de Fritz Lang: “M inaugura el tema del asesino serial en el cine tomado de hechos verídicos, a pesar de la insistencia del propio Lang acerca de que Kürten no fue su modelo y de que el guión estaba preparado antes de su detención. Varios allegados al régimen nacionalsocialista vieron en el título de esa historia (bautizada originalmente como El asesino está entre nosotros), una especie de mala propaganda, y más concretamente una traición y una injuria. Cuenta George Sadoul en su Historia del cine mundial que el productor del filme recibió a un emisario del partido nazi, quien tenía asegurados once millones de votantes para el Führer. Le hizo saber que la película sería boicoteada si se presentaba con ese título injurioso para los alemanes, quienes desconocían por supuesto el tema de la historia. Lang y su productor acceden y el filme se convierte en un éxito taquillero, tanto que el propio Josef Goebbels, director de propaganda de Hitler, le propone a Lang que se haga cargo de la Dirección de la Industria Fílmica nazi. El cineasta se rehúsa y decide emprender el camino del exilio en 1933, primero en Francia y más tarde en Estados Unidos, hasta su tardío regreso a Alemania en 1958. El propio Lang relata que, al ser citado por Goebbels, éste le dijo respecto a M, el Vampiro de Düsseldorf: ‘Hemos confiscado su película. No nos gustaba el final. Que el criminal se vuelva loco no es suficiente castigo, debe ser destruido por el pueblo’. Y también le comentó: ‘El Führer ha visto Metrópolis y ha decidido: éste es el hombre que nos dará la película nazi’”.

Una canción infantil es el inicio de la película rodada por Fritz Lang para inmortalizar dentro del expresionismo alemán los crímenes de Kürten. Es la historia de un maniático, un hombre enfermo que asesina niños, incapaz de detener sus deseos sangrientos. Dos directores, Joseph Losey en 1951 y Robert Hossein en 1964, harían remakes de la película de Lang, con resultados mediocres.


Peter Lorre en M, el Vampiro de Düsseldorf.

En la madrugada del 2 de julio de 1931, la cabeza de Kürten rodó por las baldosas de la prisión de Klingelputz. Con ello iniciaba una leyenda terrible que perduraría por décadas. La historia de Peter Kürten, como la entendió el propio Fritz Lang, se convirtió en una oscura alegoría del ascenso de Hitler y el nazismo. Serían hombres como Kürten, curtidos en la violencia familiar y atormentados por los traumas infantiles, los encargados de administrar, en los años venideros, los campos de concentración nazis, esas inmensas fábricas de cadáveres.



La tumba de Peter Kürten.